La siguiente oración la escribió Etty en un barracón de Auchwitz poco antes de morir.
Hoy todavía hay muchos Auchwitz en la humanidad, y seguramente a veces
en nuestro propio corazón.
Por eso la tarea o la misión que nos insinúa
Etty mantiene toda su actualidad y sin duda no le falta credibilidad.
¡Que algún día Dios se vea sorprendido porque a vari@s nos ha dado de rezarla al mismo tiempo!
Para
orar
Dios mío, estos tiempos son tiempos de terror.
Esta noche, por primera vez, me he quedado despierta
en la oscuridad,
con los ojos ardientes, mientras desfilaban ante mí,
sin parar, imágenes de sufrimiento.
Voy a prometerte una cosa, Dios mío, una cosa muy
pequeña:
me abstendré de colgar en este día, como otros tantos
pesos,
las angustias que me inspira el futuro.
Pero esto requiere cierto entrenamiento.
De momento, a cada día le basta su pena.
Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí,
pero no puedo garantizarte nada por adelantado.
Sin embargo, hay una cosa que se me presenta
cada vez con mayor claridad:
no eres tú quien puede ayudarnos,
sino nosotros quienes podemos ayudarte a ti
y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos.
Esto es todo lo que podemos salvar en esta época,
y también lo único que cuenta: un poco de ti en
nosotros, Dios mío.
Quizá también nosotros podamos contribuir a sacarte a
la luz
en los corazones devastados de los otros.
Etty Hillesum, Diario
durante la persecución nazi
Etty era "moderna" y cercana a nuestras situaciones.
Su itinerario fue el de una mujer libre de todo prejuicio hereditario, ideológico e incluso religioso. Aunque su camino parece dirigirse hacia un Dios que se manifestó en Jesús.
En su vida cotidiana va descubriendo un Dios discreto, incluso vulnerable,
pero a la vez de una prodigiosa densidad existencial, lejos de una religiosidad
sentimental y de nostalgias infantiles.
Somos muchos los que nos reconocemos
con ella: en sus tanteos, en la ambigüedad de ciertas de sus experiencias sexuales y afectivas, en su sinceridad, en su
obstinación en querer ‘ver claro’ con las personas con las que se encuentra
como en los acontecimientos ordinarios, incluso los más trágicos.
La primera oración en su Diario:
Muchas veces no serán oraciones formalmente explícitas pero
sí reflexiones:
(A las nueve de la noche)
“Dios mío, asísteme,
dame la fuerza, porque la lucha se presenta dura. Su boca y su cuerpo (Spier)
estaban tan cerca de mí, que no consigo olvidarlos. No quiero para nada un
ligue con él. Y sin embargo esto tiene toda la pinta de tomar ese camino. Pero
yo no lo quiero. Su futura mujer está en Londres, sola, y le espera.” (19 de
marzo 1941, p.35)
(Y la primera vez que se dirige a Dios con un sentimiento de ternura).
“¡Amado Señor, no puede ser que te pida ayuda por
cualquier futilidad! Pero esta vez, el hecho de haberte llamado con todas mis
entrañas, con una especie de ímpetu profundo, pero esta vez te pido: continúa
actuando en mí y a darme fuerzas.” (11 de diciembre 1941)
Sentimientos hacia Julius Spier
Prácticamente
desde el principio, Etty y Julius Spier (S.) se implican en una relación terapéutica (S. era quirólogo), sentimental y
erótica. Etty experimenta ilusiones y regresiones obstinadamente recurrentes;
sensaciones contrapuestas…
“No estoy
enamorada de él en absoluto, ni tampoco lo quiero. Me cautiva y me fascina como
persona y aprendo lo indecible de él. Desde que le conozco, estoy pasando por
un proceso de madurez con él que a esta edad nunca hubiera podido soñar”.
(8 de mayo de 1941)
Spier fue, al
mismo tiempo, el catalizador que ayudó a Etty a encauzar sus energías psíquicas
bloqueadas, en una dirección creativa y a emprender un camino espiritual
extraordinario. Fue un verdadero “iniciador”, un acompañante, un mediador entre
ella y Dios.
“Tal vez fue este el momento en el que ayer tuvo lugar
para siempre un gran cambio en nosotros… Hemos entrado en una nueva realidad en
la que todo tiene otros colores y otros acentos… Cada encuentro es también una
despedida… Le amo con todo el desinterés que he llegado a descubrir en mí
misma, y no quiero transmitirle el más mínimo peso de mis temores y de mis
deseos. Incluso renunciaré al deseo de poder quedarme con él hasta el último
instante”. (6 de julio de 1942)
Y unos días
más tarde: “Y
lo extraño es que no me siento en absoluto atrapada en las garras de nadie,
solo me siento en los brazos de Dios, por decirlo de una forma hermosa”.
(11 de julio de 1942).
A la muerte de
Spier: “Amo
tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por
todas partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento
desenterrarte de los corazones de los
demás”. (15 de septiembre de 1942).
Y el mismo día
que moría J. Spier, es capaz de recordarlo de esta manera: “…Tú, gran persona comprensiva, buscador
de Dios, que encontraste a Dios. Has buscado a Dios por todas partes, en cada
corazón que se habría a ti – y cuántos han sido -, y en todas partes
encontraste un pequeño fragmento de Dios. Nunca te has rendido”. (15
de septiembre de 1942)
La chica que no sabía
arrodillarse
Un paso decisivo en esa búsqueda
se da cuando ella misma se queda sorprendida de ser “La chica que no sabía
arrodillarse y que aún así lo aprendió sobre una áspera alfombra de coco en un
baño desordenado”- (22 de noviembre).
Así resume Etty su vida: “¡Lo
extraño que es mi historia - la historia
de la muchacha que no sabía arrodillarse o su variante : la muchacha que había
aprendido a rezar! Es mi gesto más íntimo, todavía más íntimo que los gestos
que cumplo para un hombre”.
“(…) Las amenazas y el
terror crecen cada día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece
seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni
salgo, tan concentrada, y fuerte estoy. Este retirarme en la celda de la
oración cerrada de la oración se vuelve para mí una realidad siempre más grande
, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye
altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas
las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada
por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá
destruirme, perderme y arruinarme”. (22 de noviembre de 1941)
La trayectoria de
Etty
“Dentro de mí hay un
pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a
menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está
enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza
con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos.
También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la
esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma”.
(26 de agosto de 1941)
La trayectoria de Etty va de una
obsesión por sus problemas personales, descuidando la situación social, a una
aceptación radical, valiente y lúcida del drama que se le viene encima. Etty
parece creer que la dignidad humana no se pierde por el hecho de sufrir, sino
por el modo en que sufrimos.
“Quisiera ser un
bálsamo derramado sobre tantas heridas.” (13 de octubre de 1942).
Y sus cartas están llenas de
actuaciones que hacen de “bálsamo”.
“El día anterior acudí
a la barracón hospitalario, y fui de lecho en lecho. ¿Cuáles estarían vacíos al
día siguiente?... Una chica me llama. Está sentada en su cama, con sus grandes
ojos abiertos… Padece una parálisis y acaba de aprender a caminar… “¿Te lo han
dicho? Me tengo que ir”… Nos miramos en silencio. No tiene rostro, solo ojos…”
(24 de agosto de 1943)
“¡Dios mío, tómame de
la mano ¡ Te seguiré de manera resuelta, sin mucha resistencia. No me sustraeré
a ninguna de las tormentas que caigan sobre mí. Soportaré el choque con la
mejor de mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de paz. No
me creeré, en mi inocencia que la paz que descenderá sobre mí es eterna.
Aceptaré la inquietud y el combate que vendrán después. Yo te seguiré por todas
partes e intentaré no tener miedo. Esté donde esté, intentaré irradiar un poco
de amor, del verdadero amor al prójimo que hay en mí”. (25 de
noviembre de 1941)
Etty va sintiendo y viviendo una
solidaria compasión, va haciendo realidad esa frase que escribió al final del
diario:
“He partido mi cuerpo
como el pan y lo he repartido entre los hombres” (13 de octubre de
1942).
Sus cartas se van convirtiendo cada vez más en oración.
“Esta tarde estaba
descansando en mi camastro y he tenido un impulso repentino de escribir este
fragmento: “Tú que me diste tanto, Dios mío, permíteme dar también a manos
llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, en una
larga conversación. Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies
en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado en lágrimas,
única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la noche,
tendida en el lecho y en PAZ contigo, también me embargan las lágrimas de
gratitud, que constituyen mi plegaria”. (18 de agosto de 1943)
Diecinueve días después, el 7 de
septiembre de 1943 fue deportada a Auschwitz con toda su familia y otras 900
personas más (entre ellas, 170 niños). Según la Cruz Roja, su muerte ocurrió el
30 de noviembre de ese mismo año.
Oración del domingo por la
mañana. (12 de julio de 1942)
“Dios mío, estos tiempos son tiempos de
terror. Esta noche, por primera vez, me he quedado despierta en la oscuridad,
con los ojos ardientes, mientras desfilaban ante mí, sin parar, imágenes de
sufrimiento. Voy a prometerte una cosa, Dios mío, una cosa muy pequeña: me
abstendré de colgar en este día, como otros tantos pesos, las angustias que me
inspira el futuro. Pero esto requiere cierto entrenamiento. De momento, a cada
día le basta su pena. Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí, pero no
puedo garantizarte nada por adelantado. Sin embargo, hay una cosa que se me
presenta cada vez con mayor claridad: no eres tú quien puede ayudarnos, sino
nosotros quienes podemos ayudarte a ti y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros
mismos. Esto es todo lo que podemos salvar en esta época, y también lo único
que cuenta: un poco de ti en nosotros, Dios mío. Quizá también podamos
contribuir a sacarte a la luz en los corazones devastados de los otros".
Captando el proceso
de Etty Hillesum
Merece la pena de
subrayar las intuiciones que la
trayectoria de una vida tan singular y una vez más tan cercana a muchas
situaciones para los procesos de nuestras vidas:
1. Necesidad de guía ante una experiencia honda…
2. Conciencia de la interioridad, de la “vida interior”,
fuente de gozo…
3. Reclama la atenta escucha…
4. y conduce a la experiencia unificadora, sentirse unido a todo y a todos...
5. Exige una purificación, trabajo de “desbroce”…
6. Para todo
esto,el silencio, la soledad, son irrenunciables, lo que no
quiere decir aislamiento sino
7. capacitarse para descubrir la interrelación íntima de todo y todos...
Y para descubrir el interior, el “alma
de las cosas”.
NOTA: En
ningún momento este resumen pretende substituir el libro-diario de Etty
Hillesum: “Una vida conmocionada”. Solo os deseo que aquel “grano de trigo
sembrado pueda dar mucho fruto
en vuestra vidas y en vuestros entornos vitales.
GRACIAS al P. Mikel Larburu por este recorrido tan hermoso y enriquecedor
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